Aquí tienes la versión en castellano con el título aparte y tres frases destacadas:
La cadena global de cuidados y el futuro de la dependencia: una reflexión desde la experiencia
Después de años trabajando en la atención a personas mayores, hay una pregunta que me ronda a menudo la cabeza: ¿quién cuidará de nosotros y en qué condiciones lo hará? Durante décadas, he visto cómo los cuidados han ido transformándose, pero siempre dentro de un esquema de desigualdad en el que la conciliación de algunas se construye sobre la precarización de otras. La atención a la dependencia es uno de los grandes retos del presente y del futuro, pero aún no tenemos un modelo sostenible y justo. Lo que tenemos es una cadena global de cuidados que traslada la carga de unas mujeres a otras, sin cambiar realmente las reglas del juego.
El envejecimiento de la población en España es un hecho innegable. Cada vez hay más personas mayores con necesidades de apoyo, y el sistema de cuidados, tanto público como privado, no da abasto. Durante años, las familias han sido el eje central del cuidado, especialmente las mujeres, que han asumido esta responsabilidad sin apenas apoyo. Pero con la incorporación de la mujer al mercado laboral, la situación se complicó: ¿quién se quedaba cuidando de los mayores si todas teníamos que trabajar? La respuesta, en la práctica, no ha sido una redistribución real de los cuidados, sino su externalización hacia otras mujeres, muchas de ellas migrantes, en condiciones laborales muy precarias.
Lo que he visto a lo largo de los años es que el sistema de dependencia se basa en un equilibrio frágil, sostenido por trabajadoras que, a menudo, no tienen garantizados sus derechos laborales. En España, muchas familias recurren a trabajadoras del hogar, mayoritariamente mujeres latinoamericanas, marroquíes, filipinas o de Europa del Este, para atender a personas mayores dependientes en casa. Este modelo ha permitido a muchas familias resolver el problema del cuidado, pero a costa de una profunda precarización del sector.
La externalización de los cuidados no solo es un problema social, sino también ambiental. En este modelo globalizado, mujeres de otros países se ven obligadas a migrar para trabajar en el cuidado de familias occidentales, dejando a sus propios hijos y personas mayores en manos de otras mujeres en sus países de origen. Este movimiento masivo de personas genera una enorme huella ecológica: vuelos internacionales continuos, envío de remesas que sostienen economías basadas en la migración, y la necesidad de duplicar los cuidados porque estas trabajadoras también tienen personas dependientes a quienes atender a distancia. El cuidado ya no es un circuito local, sino un engranaje global que traslada el trabajo y la responsabilidad de unas manos a otras, con un impacto ambiental que casi nunca se menciona.
Paralelamente, el modelo de atención residencial y domiciliaria no está preparado para el envejecimiento acelerado de la población. Las residencias son, en muchos casos, espacios con infrafinanciación y precariedad laboral, con plantillas insuficientes y salarios bajos. Las trabajadoras de este sector sufren estrés laboral y jornadas extenuantes, y el reconocimiento profesional de los cuidados sigue siendo muy bajo. Al mismo tiempo, el modelo residencial tradicional es altamente dependiente de recursos como la energía y el transporte de materiales y alimentos, con un alto coste ambiental. Los grandes centros de cuidados masificados no son sostenibles ni a nivel social ni ecológico, pero seguimos reproduciéndolos como si fueran la única opción.
Ante este escenario, es imprescindible una reflexión profunda: ¿qué futuro queremos para el cuidado y la dependencia? Si seguimos por este camino, en pocos años nos encontraremos con una población envejecida y un sistema de cuidados completamente roto, sin suficientes trabajadoras para atender la demanda y con un desgaste ambiental irreversible. La solución no puede ser seguir dependiendo de la migración de mujeres en situación precaria para cubrir las necesidades de cuidados.
El futuro debería pasar por una reforma estructural que ponga el cuidado en el centro. Esto implica un sistema público de cuidados con servicios accesibles y de calidad para todas las personas, una mejora de las condiciones laborales de las trabajadoras del sector y una regulación que garantice derechos para todas las personas cuidadoras, sean profesionales o familiares. También es necesario avanzar hacia modelos de cuidados más sostenibles, con residencias más pequeñas e integradas en la comunidad, viviendas colaborativas y redes de apoyo mutuo que reduzcan la dependencia de un mercado laboral precarizado.
Además, es imprescindible una transición ecológica en el sistema de cuidados. Esto significa reducir la huella ecológica del sector, evitar la hipermercantilización y apostar por modelos de proximidad que permitan atender a las personas mayores sin depender de un sistema globalizado basado en la migración y el transporte masivo de recursos. El futuro de los cuidados no puede basarse en la explotación de unas para garantizar la comodidad de otras.
Lo que he aprendido en estos años de atención a personas mayores es que cuidar es mucho más que un servicio: es la base del bienestar social. Pero cuidar en condiciones dignas debe ser un derecho, no un privilegio. Si no hacemos nada por transformar el sistema de cuidados hoy, mañana no tendremos quién nos cuide. No podemos seguir trasladando el problema de una generación a otra ni de un país a otro. La pregunta no es solo quién nos cuidará, sino en qué condiciones lo hará y qué mundo dejaremos a las futuras generaciones.
Artículo de: Coloma Reynés, referente del ámbito de Promoción de la Autonomía en Intress (mayores y dependencia).
IMAGEN: Fotografía del reciente Observatorio de Mayores convocado por Intress en Menorca, dentro del programa de Observatorios de Conocimiento e Incidencia de Intress.
Destacamos:
- “La atención a la dependencia es uno de los grandes retos del presente y del futuro, pero aún no tenemos un modelo sostenible y justo.”
- “El cuidado ya no es un circuito local, sino un engranaje global que traslada el trabajo y la responsabilidad de unas manos a otras, con un impacto ambiental que casi nunca se menciona.”
- “Si no hacemos nada por transformar el sistema de cuidados hoy, mañana no tendremos quién nos cuide.”